De la idea al impacto: el camino de GaIA, un asistente contra la soledad nacido en un hackathon, en Wolaria
- Miguel Esteban Salazar
- 11 nov
- 3 Min. de lectura
Miguel Esteban Salazar, Alex Montecino Puerto, Pablo Martínez Rodrigo

¿Cómo se pasa de una idea concebida en un hackathon a un proyecto real que busca transformar la vida de las personas? Esa es la pregunta que nos hemos hecho desde que nació GaIA, nuestro asistente contra la soledad para personas mayores, que en pocos meses ha pasado de ser un concepto a empezar a formarse como una futura solución tecnológica. El punto de partida fue el Hackathon OdiseIA4Good 2025, donde con GaIA ganamos el premio de la aceleradora Wolaria.
Este reconocimiento nos abrió la puerta a algo que jamás habríamos imaginado: entrar en un programa de aceleración de referencia en España, pensado para acompañar a startups y equipos en las primeras fases de su camino.
A principios de octubre, nos fuimos invitados a un taller en el Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León, centrado en estrategia y sostenibilidad. No fue una simple charla: durante toda la jornada tuvimos acceso a mentorías personalizadas con expertos de Wolaria que nos ayudaron a cuestionarnos los pilares de nuestro proyecto. Uno de los mayores aprendizajes fue la importancia de trabajar el modelo de negocio desde el inicio. Muchas veces en un hackathon nos centramos en la parte técnica —prototipos rápidos, validaciones—, pero si de verdad queremos que la idea llegue lejos, hay que preguntarse desde el principio:
¿Qué problema real estoy resolviendo?
¿Quiénes son mis usuarios y cómo acceden a mi solución?
¿Cuál será la propuesta de valor que los convenza para usarla?
Ese fue el primer consejo práctico que nos llevamos: no dejar el modelo de negocio para el final, sino construirlo de la mano del desarrollo tecnológico.
El taller también puso sobre la mesa otro tema muy importante: la sostenibilidad. Y no solo en un sentido medioambiental, sino en la capacidad de que un proyecto se mantenga en el tiempo, con recursos y un impacto positivo. Aquí aprendimos que una startup no se trata solo de lanzar una idea brillante, sino de crear algo viable, escalable y responsable. En nuestro caso, esto significa pensar en cómo GaIA puede ser accesible a las familias y cuidadores, y al mismo tiempo tener un modelo que garantice que podamos seguir innovando y ofreciendo valor a los usuarios más vulnerables.
Gracias a este taller, dimos un paso más allá. Ahora estamos perfeccionando el plan de negocio y, en paralelo, hemos empezado a desarrollar dos piezas fundamentales: la aplicación, con la que la familia o cuidador podrá seguir de cerca al paciente, recibir alertas y tener información útil en todo momento y el hardware, que será el corazón de GaIA y permitirá que las personas mayores interactúen con el asistente de forma sencilla, sin barreras tecnológicas. Nuestro sueño es poder tener pronto un primer prototipo operativo que mostrar.
Más allá de nuestro caso particular, creemos que es importante destacar por qué proyectos como GaIA tienen sentido en el sector de la IA. La inteligencia artificial está revolucionando múltiples ámbitos (finanzas, transporte, salud), pero su aplicación en personas mayores y colectivos vulnerables no está tan explorada, por ello debemos tener claro que no basta con que la tecnología funcione, tiene que ser percibida como segura y respetuosa con la privacidad y con la protección de datos personales. Además, estas soluciones deben ser comprensibles y fáciles de usar, especialmente para quienes no están familiarizados con entornos digitales. Por último, más allá del beneficio económico, hay que medir cómo contribuyen al bienestar, la autonomía y la dignidad de estos colectivos. En nuestro caso, el reto de GaIA no es solo tecnológico, sino también humano y social.
Si tuviéramos que resumir los aprendizajes de este primer taller en tres consejos prácticos para otros equipos serían:
Empieza por el modelo de negocio: incluso en fases tempranas, pregúntate cómo tu solución se sostendrá a largo plazo.
Aprovecha la mentoría al máximo: los expertos no solo resuelven dudas, sino también ayudan a ver ángulos que desde dentro del equipo a veces se pasan por alto.
Piensa en el impacto social: una startup no es solo una empresa, es también una oportunidad para mejorar nuestro entorno.
Esta experiencia nos ha hecho crecer como equipo y como proyecto. Y aunque todavía estamos en los primeros pasos, sentimos que GaIA empieza a dejar de ser un sueño para convertirse en una realidad tangible. Queremos dar las gracias a Wolaria y OdiseIA por esta gran oportunidad, y también invitar a otros a lanzarse a emprender o a participar en un hackathon. Nunca sabes qué puede salir de un fin de semana de trabajo intenso.






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