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Blog Odiseia

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Semillas de cambio: lo que revela un hackathon sobre IA, vulnerabilidad y políticas de innovación

Dr Begoña G. Otero, Coordinadora Grupo 1.4 AI4Good, Proyecto cAIre.


En febrero de 2025 OdiseIA celebró el Hackathon OdiseIA4Good. No fue un escaparate tecnológico ni una incubadora clásica. Diseñado como parte del proyecto de investigación cAIre, con el respaldo de Google.org y la Fundación Pablo VI, y con la colaboración de entidades como la Universidad CEU San Pablo, la Fundación ONCE, Innova-tsn, la comunidad GDG Madrid, y otros aliados, el evento se planteó no como una competición de startups, sino como un laboratorio de posibilidades. Un terreno de prueba para explorar qué tipo de inteligencia artificial puede emerger cuando el punto de partida no es la eficiencia, sino la vulnerabilidad.


Durante tres días, más de 300 inscritos en 42 equipos, desde expertos y estudiantes en tecnología, ética o datos, hasta activistas de diversos sectores, trabajaron en conjunto para abordar desafíos reales vinculados al empleo de personas con discapacidad, la migración, la brecha digital y otras problemáticas sociales, climáticas, educativas, etc. Todas ellas de dimensión global y todas centradas en la vulnerabilidad. La dinámica combinó talleres técnicos, mentorías especializadas y presentaciones finales ante un jurado multidisciplinar. La presidencia honorífica del evento fue aceptada por Su Majestad el Rey, lo que subrayó su relevancia institucional y ética. El ambiente fue una combinación poco habitual de creatividad colaborativa, rigor técnico y compromiso social, con un enfoque claro: impulsar formas de inteligencia artificial que no solo sean técnicamente viables, sino centradas en la dignidad humana.


Cinco meses después, y tras poner en marcha un seguimiento cercano a los equipos participantes, podemos confirmar que  algunas de esas semillas han comenzado a germinar. No en laboratorios de innovación al uso, sino en redes comunitarias, proyectos artísticos, circuitos informales o estrategias de cuidado cotidiano. Lo que florece no son productos cerrados, sino procesos vivos que resisten la lógica del “éxito rápido” y se afirman en sus propios tiempos y formas.


Lo que hemos observado


De los cuarenta y dos equipos participantes en el Hackathon OdiseIA4Good, actualmente estamos haciendo seguimiento detallado de seis proyectos que, meses después, siguen activos o en proceso de evolución. Algunos de los proyectos iniciales no llegaron a desarrollarse más allá del prototipo, y en otros casos, como es habitual en este tipo de convocatorias abiertas, no obtuvimos respuesta a nuestra invitación de seguimiento. Aun así, contar con seis trayectorias vivas y diversas es un resultado valioso, que permite observar con lupa los desafíos y aprendizajes reales tras el impulso inicial del Hackathon.


Los seis proyectos ofrecen una panorámica rica y plural. Woowii trabaja en una herramienta para fomentar la empleabilidad desde la afinidad, alejándose de los sesgos tradicionales de selección. WeRepresent explora la generación de contactos inteligentes para artistas y deportistas emergentes mediante agentes automatizados y scraping adaptativo. Opills ha pivotado hacia el ámbito sociosanitario, desarrollando una app para el control de la medicación en contextos de dependencia. ElderCare Connect busca prototipar soluciones robóticas accesibles para cuidados cotidianos. Asistente en Migración y Asilo plantea un sistema multilingüe de acompañamiento para trámites de extranjería. Y Tramits-Easy, surgido de un entorno corporativo, desarrolló un prototipo de interfaz para facilitar gestiones administrativas digitales.


Estos seis proyectos presentan recorridos muy distintos: algunos han avanzado con claridad estratégica, otros han entrado en pausa o están redefiniendo su camino. Pero lo más revelador no es cuánto han avanzado, sino los patrones que comparten, y que permiten identificar tendencias comunes sobre los retos reales que enfrentan este tipo de iniciativas.


Uno de los puntos críticos es la ausencia de estructuras jurídicas o técnicas. Varios de los equipos no cuentan con forma legal, lo que limita su capacidad de acceder a financiación, firmar acuerdos o simplemente testear sus soluciones en entornos reales. Tampoco disponen de perfiles técnicos estables, lo que limita su capacidad de desarrollo sostenido.


En segundo lugar, comparten el desfase entre los apoyos ofrecidos y las necesidades reales. Los marcos de mentorización disponibles están pensados para startups en búsqueda de escalabilidad o inversión. Pero varios de los proyectos acompañados no persiguen ese modelo. Algunos están impulsados por estudiantes, colectivos artísticos o profesionales independientes que buscan impacto, no capital riesgo.

La tercera tendencia en común es la falta de espacios de validación. Incluso aquellos equipos con prototipos funcionales encuentran dificultades para acceder a entornos de prueba: residencias, administraciones, colectivos vulnerables. Sin estas conexiones, incluso los proyectos más viables tecnológicamente se estancan.


Y el patrón más llamativo que hemos observado es que los equipos no solo diseñan para la vulnerabilidad, sino desde ella. Trabajan sin financiación estable, sin estructura legal, con escasos apoyos formales y mucha carga personal. Esta doble dimensión —diseñar soluciones para contextos vulnerables mientras se opera desde condiciones precarias— define la naturaleza ética y estratégica del acompañamiento necesario.


Una IA centrada en lo humano


Nuestra  lectura no surge del azar. Que los seis proyectos no solo diseñan para la vulnerabilidad sino desde ella, se alinea con el marco teórico desarrollado por nosotros mismos en el Grupo 1.4 de OdiseIA en el artículo "AI for Good: la idea de la vulnerabilidad humana en tela de juicio". Ahí proponemos abandonar la idea de que la vulnerabilidad es un rasgo “del otro”, una condición que se diagnostica externamente. En su lugar, entendemos la vulnerabilidad como algo estructural, relacional y compartido, que atraviesa tanto a diseñadores como a usuarios. Lo que importa no es “quién” es vulnerable, sino “cómo” diseñamos tecnologías que alivian o agravan esa vulnerabilidad.


Desde esta perspectiva, los seis proyectos acompañados ofrecen ejemplos concretos:


  • Reducen cargas cognitivas y administrativas para personas migrantes o mayores.

  • Crean agentes digitales para facilitar el acceso de artistas sin agencia a oportunidades culturales.

  • Exploran modelos de selección laboral más inclusivos, donde la afinidad humana pesa más que la eficiencia algorítmica.

  • Facilitan el autocuidado médico, adaptando soluciones a contextos institucionales como residencias geriátricas.


En todos los casos, la IA aparece no como fin en sí misma, sino como medio para un objetivo humano concreto y legítimo. Su valor no radica en la sofisticación del modelo, sino en su ajuste al contexto, su adecuación a las capacidades reales de los usuarios, y su potencial para disminuir barreras. Esta es la base de una inteligencia artificial verdaderamente situada.


Financiar ideas, no estructuras: una lectura crítica del modelo Horizon desde el informe IEP–ifo y los aprendizajes de OdiseIA4Good


El seguimiento a los proyectos de OdiseIA4Good no es solo una radiografía puntual. Al compararlo con las recomendaciones estructurales del reciente informe Funding Ideas, Not Companies. Rethinking EU Innovation Policy From the Bottom Up (IEP-ifo), emergen coincidencias profundas sobre los límites actuales de las políticas públicas de innovación en Europa. Este informe, elaborado por el Institute for European Policymaking y el  ifo Institute representa una crítica estructural a las políticas públicas de innovación vigentes en la UE. Su tesis central es clara: el sistema actual está centrado en exceso en financiar empresas constituidas bajo modelos comerciales convencionales, lo que excluye o desincentiva la innovación que emerge desde contextos no formales, colectivos sociales, comunidades culturales o iniciativas ciudadanas. Es decir, el modelo dominante está orientado a financiar empresas, no ideas, y penaliza formas no convencionales de emprendimiento o innovación situada.


En lugar de priorizar el crecimiento económico inmediato o el “éxito de mercado”, el informe propone reorientar la financiación pública hacia las ideas —especialmente aquellas con valor social, experimental o comunitario—, incluso cuando no estén aún formalizadas jurídicamente.

Cinco aspectos destacan en particular:


1. Financiar ideas sin exigir forma jurídica


El informe IEP–ifo sostiene que muchas ideas de valor público nacen fuera de estructuras formales, y que el requisito de estar legalmente constituido bloquea su desarrollo temprano. En OdiseIA4Good, esta barrera fue visible: varios equipos no han podido avanzar por carecer de entidad jurídica que les permita recibir fondos, firmar acuerdos o acceder a pilotos institucionales. El informe recomienda crear fondos de acceso directo para ideas premercado.


2. Desburocratizar y simplificar el acceso a fondos


El informe IEP–ifo subraya que los procesos administrativos actuales favorecen a grandes actores que pueden asumir costes de compliance o justificar actividades con medios profesionales. Los proyectos de OdiseIA4Good, muchos de ellos impulsados por estudiantes, colectivos precarios o entidades culturales, no cuentan con esa capacidad. La burocracia se convierte en obstáculo antes que en garantía. Desburocratizar no es opcional: es democratizar el acceso a la innovación.


3. Acompañamiento contextual, no mentoría genérica


Uno de los hallazgos de nuestro seguimiento es el desajuste entre los apoyos ofrecidos y las necesidades reales de los equipos. La mayoría no buscan montar una startup ni lanzar un pitch inversor. En cambio, requieren orientación legal, acceso a redes institucionales o apoyo en scraping, backend o pruebas piloto. El informe IEP–ifo sugiere pasar de los programas de aceleración masiva a estructuras de acompañamiento flexible, ajustadas al tipo y madurez del proyecto, y reconoce que la mentoría especializada es más eficaz cuando responde a la lógica del proyecto, no al molde del mercado.


4. Medir el impacto más allá del retorno económico


El citado informe también destaca la necesidad de incorporar métricas de valor público, impacto social, inclusión y sostenibilidad como criterios de evaluación. La experiencia del Hackathon lo confirma: muchos de los proyectos analizados no prometen rentabilidad, pero sí dignidad, accesibilidad y representación. Esta ampliación del concepto de innovación —de lo exclusivamente tecnológico a lo social, organizativo y situado— requiere que los financiadores públicos valoren procesos relacionales, éticos y contextuales como parte del capital innovador.


5. Reconocer el valor de la innovación desde la periferia


Por último, el informe IEP-ifo enfatiza que las ideas con mayor potencial transformador no siempre nacen en entornos académicos o empresariales, sino en márgenes: comunidades migrantes, redes artísticas, equipos voluntarios o colectivos infrafinanciados. OdiseIA4Good lo ha reflejado de forma elocuente. Que algunos de los prototipos más significativos hayan surgido desde posiciones de vulnerabilidad organizativa, sin apoyo estable, ni estructura empresarial, valida esta tesis. Necesitamos políticas que reconozcan esa innovación no como anecdótica, sino como estratégica.


En este sentido, el estudio de IEP-ifo proporciona una legitimación teórica y política robusta al planteamiento que subyace en el proyecto cAIRe de Odiseia y su planteamiento de AI4Good: que la innovación centrada en la vulnerabilidad, la justicia social o el interés general no puede medirse ni apoyarse con los mismos instrumentos diseñados para el emprendimiento comercial.


Para quienes pueden regar: rediseñar sin aumentar


Administraciones públicas, universidades, fundaciones y entidades privadas no solo tienen capacidad financiera. También moldean las reglas del juego: definen qué se considera innovación, quién puede participar y bajo qué condiciones. Son quienes pueden convertir los márgenes en semilleros, si deciden regar allí donde ahora no llega el riego institucional.


La propuesta no es aumentar el gasto público, sino repensar su arquitectura. Muchos de los obstáculos que enfrentan los equipos no se derivan de falta de fondos, sino de su diseño excluyente o poco contextualizado. Para fomentar una innovación plural —capaz de integrar tanto startups como colectivos sin ánimo de lucro— es clave:


  • Abrir convocatorias y líneas de apoyo a iniciativas incipientes, incluso sin estructura jurídica formal.

  • Crear espacios de prueba en instituciones públicas, centros educativos, servicios sanitarios o culturales.

  • Desplegar redes de acompañamiento técnico, legal o ético, más allá del modelo inversor.

  • Implementar indicadores de impacto que valoren colaboración, sostenibilidad y adecuación al contexto, no solo proyecciones económicas.


Algunos de los equipos de OdiseIA4Good compiten por rondas de inversión. Otros no lo harán nunca. Algunos ya eran empresa antes del Hackathon. Otros aún no tienen forma jurídica. Lo que comparten es el potencial para resolver problemas reales desde una tecnología situada, reflexiva y con propósito. Es hora de que las políticas públicas y los actores del ecosistema innovador reconozcan y valoren esa pluralidad como un activo, no como una anomalía.


Seguimos sembrando


Este documento no cierra un ciclo: forma parte de una etapa abierta dentro del proyecto cAIre, que se desarrollará hasta el primer trimestre de 2026. Nuestro compromiso sigue siendo analizar, documentar y visibilizar los procesos de innovación tecnológica que emergen desde contextos de vulnerabilidad estructural, así como generar conocimiento útil para orientar políticas públicas y modelos de apoyo más inclusivos.


A lo largo del proyecto, seguiremos acompañando a los equipos desde una perspectiva investigadora, conectando aprendizajes, identificando barreras compartidas, y proponiendo formas de intervención adaptadas a trayectorias no convencionales. 


Por respeto a los equipos, no revelamos aquí detalles confidenciales ni datos que puedan comprometer sus desarrollos futuros. La visibilidad es importante, pero debe construirse con cuidado, sin exponer a quienes aún están en procesos frágiles.


Las semillas están ahí. Y desde cAIre y OdiseIA, seguiremos observando, aprendiendo y preparando el terreno para que puedan florecer.


Bibliografía


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